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Problemas con el agua en el Parque Nacional de Doñana

Visualización de inundaciones no explicadas por el clima en el Parque Nacional de Doñana en España. Dentro del parque, hay una franja gruesa de color a lo largo de la costa. Gran parte de ella es roja, lo que indica una menor superficie inundada.
1985-2018

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El cambio está en el corazón del Parque Nacional de Doñana, en el suroeste de España. Dentro de sus límites, miles de lagunas pequeñas y poco profundas que se surten de aguas subterráneas pasan por ciclos naturales de inundación y sequía. Conocidas como lagunas temporales mediterráneas, este hábitat contiene plantas y animales que están especialmente adaptados a la disponibilidad intermitente del agua. Las marismas, los humedales y las dunas de Doñana proporcionan un hábitat para cientos de especies de aves, junto con animales exóticos como el águila imperial española y el lince ibérico, que está en peligro de extinción.

No obstante, en las últimas décadas, un tipo de cambio más amenazante ha estado alterando el paisaje de Doñana. Las mismas aguas subterráneas que impulsan los ciclos de inundación de los humedales también son accesible para diferentes usos fuera del parque nacional. La huella del acuífero que alimenta las lagunas es unas cinco veces mayor que la del área protegida. Más allá de las fronteras del parque, la agricultura y el turismo han sido una carga cada vez mayor para ese suministro de agua.

Un estudio reciente utilizó más de tres décadas de datos satelitales para comprender cómo las demandas de la actividad humana sobre este acuífero han afectado las lagunas. El mapa anterior destaca los lugares donde las lagunas ahora se inundan con mayor o menor frecuencia de lo que puede explicarse a consecuencia del clima. Para llegar a estos resultados, los científicos de la Estación Biológica de Doñana utilizaron imágenes de los satélites Landsat para cuantificar la extensión y duración de las inundaciones en 316 lagunas entre 1985 y 2018. Luego, incorporaron datos de temperatura, lluvia y uso de la tierra durante ese período de tiempo para elaborar un modelo de cuántas inundaciones se debieron a factores climáticos frente a los factores antropogénicos.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que, en gran parte, el uso de las aguas subterráneas ocasionó que la mayoría de las lagunas analizadas se inundaran con menos frecuencia y, en algunos casos, se desecaran por completo. Los impactos más notorios aparecen en adyacencia directa a los lugares donde se bombea el agua. A lo largo de la costa, la localidad turística de Matalascañas se ha desarrollado desde la década de 1970 y aprovecha las aguas subterráneas. Un campo de golf que funcionó allí durante 17 años redujo las inundaciones de las lagunas durante ese tiempo. En la franja occidental del parque, los invernaderos donde se cultivan fresas y otras bayas extraen agua del acuífero para sus regadíos.

No todas las áreas tuvieron tendencia a la sequía. Ocho lagunas en la parte norte del parque se inundaron más de lo esperado en relación con el clima, según el estudio. Los autores especulan que la restauración de los arroyos y la eliminación de una plantación de eucaliptos a principios de la década del 2000 podrían explicar este resultado.

La imagen está dividida en dos fotos horizontales. Ambas muestran la laguna de Zahillo, España, en junio de 2011 (arriba) y en octubre de 2022 (abajo). En la primera se ve más agua, mientras que la segunda aparece completamente seca.
Junio de 2011 a octubre de 2022

En total, de los varios cientos de lagunas estudiadas, el 59 por ciento no se ha inundado desde al menos el año 2013, y el 83 por ciento se está inundando menos extensamente, y por menos tiempo, de lo que se explicaría a consecuencia del clima. Las fotos de arriba muestran la laguna de Zahillo, ubicada a unos dos kilómetros de la zona turística, en junio de 2011 (arriba) y en octubre de 2022 (abajo). Antes de 2011, era muy común que esta laguna se mantuviera inundada durante todo el año, dijo Miguel de Felipe, ecólogo de humedales y autor principal del estudio. Recientemente, solo pequeñas áreas dentro de la cuenca se han inundado y la vegetación de matorrales ha comenzado a invadirlas.

Doñana ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera por la UNESCO, así como un Humedal de Importancia Internacional según el Convenio de Ramsar. Sin embargo, el desarrollo urbano fuera del área protegida —además de la prolongada sequía— ha sido una carga agobiante para el acuífero compartido y ha puesto en peligro el ecosistema y su condición como área protegida.

En las últimas décadas, los agricultores en las zonas vecinas de los humedales han cambiado sus cultivos tolerantes a la sequía, como las aceitunas y los granos, a otros cultivos con un uso más intensivo del agua, en especial las fresas. España es uno de los principales exportadores de fresas, y la mayoría de ellas se cultivan en la provincia de Huelva, donde se encuentra Doñana.

Imagen del Observatorio de la Tierra de la NASA por Lauren Dauphin, utilizando datos de Felipe, Miguel de, y otros (2023). Fotos de Carmen Díaz Paniagua. Reportaje por Lindsey Doermann.