5 min de lectura
Hace 66 millones de años, un asteroide colisionó con la Tierra, causando la extinción de más de la mitad de las especies del planeta, incluyendo los dinosaurios.
Hoy, se sabe que el cráter de impacto, llamado Chicxulub, se encuentra al norte de la península de Yucatán, en México, gracias a una investigación dirigida por la científica Adriana Christina Ocampo Uría. La doctora en geología planetaria descubrió el cráter, un importante hito que cambió la evolución de la vida terrestre, utilizando imágenes satelitales.
Por esta y otras contribuciones a la exploración espacial, la colombiana de Barranquilla se convirtió en la primera mujer del campo de las ciencias espaciales en recibir recientemente el Latin America Lifetime Award, un premio concedido por el canal televisivo Lifetime para homenajear a mujeres que inspiran y representan a la mujer latinoamericana en el mundo.
“Me siento honrada, pero, al mismo tiempo, muy humilde al recibir este reconocimiento. Ser la primera científica en obtenerlo me satisface porque resalta lo importante que es la ciencia y la exploración espacial en nuestra sociedad. Especialmente, me entusiasma lo que representa para el género femenino, que está contribuyendo tanto a avanzar los conocimientos para la humanidad”, dice.
Actualmente, Ocampo Uría es gerente de programas científicos en la Dirección de Misiones Científicas de la sede de la NASA en Washington, D.C. No obstante, para llegar a esta posición, tuvo que romper paradigmas.
“Cuando empecé a trabajar en el campo de las ciencias espaciales, había muy pocas mujeres, y menos mujeres latinas. Era un mundo liderado en su gran mayoría por personas que no eran de mi género ni que pertenecían a grupos diversos”, cuenta.
“Tuve profesores que me dijeron que la geología no era una carrera para mujeres. Tuve que hacer mucho trabajo de campo y estar en temporadas acampando por meses en lugares muy austeros, por lo que ellos no veían ese tipo de profesión para una mujer, y me lo decían”, recuerda la investigadora, quien ha trabajado en la NASA por casi cinco décadas.
Sin embargo, ninguna de estas barreras le impidió perseguir su sueño de aportar a la exploración del universo. Pero ¿cómo lo hizo?
“Siempre vi los retos como oportunidades de convertir los ‘no lo puedes hacer’ o ‘esta no es tu carrera’ en ‘sí se puede’ y, de esa forma, seguí buscando la fórmula del ‘sí’ para cristalizar mi sueño. Y ese es el factor que quiero dar a conocer a toda la juventud: que sueñen en grande, porque los sueños sí se pueden realizar con mucha pasión, planificación y perseverancia”, destaca.
Exploradora de Júpiter, Plutón y Bennu
Cuando era niña, Ocampo Uría soñaba y diseñaba colonias espaciales sentada en el techo de su hogar en Argentina, país al que se trasladó con su familia cuando tenía 2 años. Miraba el cielo nocturno y se preguntaba qué eran las estrellas, de qué estaban compuestas y si existían en ellas seres vivientes.
Aunque todavía no tiene todas las respuestas a sus interrogantes, la científica ha ayudado a contestar otras preguntas acerca del universo desde la División de Ciencias Planetarias de la sede de la NASA. De ella depende garantizar las posibilidades de éxito de algunas de las misiones robóticas de la agencia para estudiar el sistema solar.
La geóloga planetaria ha liderado tres misiones del programa Nuevas Fronteras de la agencia: Nuevos Horizontes, OSIRIS-Rex y la nave espacial Juno.
La misión Nuevos Horizontes es una sonda espacial que sobrevoló por primera vez a Plutón, el planeta enano más lejano del sistema solar, y a Arrokoth, un objeto del Cinturón de Kuiper, donde hoy día la nave sigue explorando. En el caso de OSIRIS-Rex, la misión consistió en extraer una muestra del asteroide Bennu —recolectada en octubre de 2020— para devolverla a la Tierra en 2023. La misión Juno se encuentra orbitando al gigante gaseoso Júpiter y a Ganímedes, una de sus lunas.
En la actualidad, la colombiana colabora con la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), encargándose de desarrollar planes estratégicos para la exploración de Venus.
Y no solo ha ayudado a enviar naves espaciales a orbitar cuerpos celestes, sino que su propio nombre ha trascendido la atmósfera de la Tierra.
“En 2003, el astrónomo Marc Buie descubrió un asteroide, y me hizo el gran honor de darle mi nombre, dadas mis contribuciones a la exploración espacial”, indica.
Desde que era pequeña, Ocampo Uría ha sido una soñadora, y todavía le queda un gran sueño por cumplir.
“Quisiera que nuestro continente panamericano se uniese en un consorcio espacial, porque, como humanidad, no tenemos límites si trabajamos en unidad, con pasión y en paz”, dice. “Esa es la esencia de nuestra especie, y la exploración espacial es el dominio de todos. Somos una especie espacial”.
Por Misael A. Pagán-Chárriez
Centro de Vuelo Espacial Goddard, Greenbelt, Maryland