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En un pequeño cuarto de control en Moscú, el mexicano Carlos Fontanot veía en tiempo real cómo tres hombres hacían historia. Era el 2 de noviembre del año 2000, y la primera tripulación que viviría y trabajaría en la flamante Estación Espacial Internacional se preparaba para despegar desde Baikonur, Kazajistán.
Pero Fontanot no solo observaba: participaba del evento haciendo posible que esas imágenes históricas llegaran al resto de la humanidad. Trabajaba en la producción y transmisión en vivo del programa de televisión del lanzamiento para la NASA. Cuando el astronauta de la agencia Bill Shepherd y los cosmonautas Yuri Gidzenko y Sergei Krikalev salieron de su autobús en sus trajes presurizados y caminaron hacia la plataforma de lanzamiento, a Fontanot se le erizó la piel.
“Se te enchina al cuerpo cuando ves a la tripulación entrando ya en el cohete cargado de combustible, y está saliendo humo”, relata, “Es un momento muy emocionante”. Pero no podía dejar que la emoción lo sobrellevara; todavía no.
Como director de producción, Fontanot había contratado a un equipo de televisión para viajar al Cosmódromo de Kazajistán. Coordinó desde el Centro de Control de Misión, en las afueras de Moscú, la transmisión satelital en vivo desde el sitio de lanzamiento hasta el Centro de Control de la NASA en Houston, Texas, para llevar al mundo entero el histórico evento a través de NASA TV.
Su papel demandaba precisión y gran concentración. Hasta que los cohetes se prendieron y escuchó a través de sus auriculares “ese gran rugido y rumba de los motores”. En ese momento, el control de la imagen pasó al camarógrafo en el campo y entonces Fontanot se permitió sentir toda la emoción. Después de tantos meses de preparación, la misión iba en camino.
Más tarde, las cámaras a bordo se encendieron y por fin llegaron las imágenes que marcaron su vida: “Se veía la cabina y flotaron los tres astronautas. Por primera vez se vio desde la Tierra que ya estaban seguros a bordo de la estación”, recuerda Fontanot.
A partir de entonces, la estación espacial ha sido una plataforma privilegiada para tomar imágenes de nuestro planeta, así como para los experimentos en microgravedad que tienen lugar a bordo. Y desde hace 20 años, Fontanot se desempeña como gerente de imágenes de la Estación Espacial Internacional en la NASA desde el Centro Espacial Johnson en Houston. Su equipo es responsable de administrar, catalogar, archivar y distribuir las miles de fotografías y seis canales de video que llegan a diario desde la estación.
La vida en imágenes
Tomadas en la Tierra o en el espacio, las imágenes han sido el eje de la carrera de Fontanot.
Su abuelo materno, un inmigrante alemán que desembarcó en México en 1904, lo acercó al lenguaje universal de la fotografía. “Él era aventurero y viajó dos veces alrededor del mundo en barco y sacó imágenes fantásticas que yo guardo en mi casa, en mis archivos”, cuenta Fontanot, que cuando cursaba la escuela secundaria, armó con charolas un cuarto oscuro en el armario de su casa en la Ciudad de México, para revelar sus propias tomas.
Tras graduarse de la preparatoria se embarcó en su propia aventura. Migró a Estados Unidos, donde estudió comunicaciones en la Universidad de Houston.
Al terminar sus estudios, se empapó más de la profesión en una pequeña emisora de televisión en Houston, donde emitían series antiguas como Yo amo a Lucy y El llanero solitario. “Aprendí todo lo relacionado a la televisión, imágenes y difusión cuando todo esto apenas empezaba”, cuenta Fontanot. Cinco años después comenzó a trabajar en una compañía petrolera a cargo de los servicios de medios, desde televisión y fotografía hasta manuales de entrenamiento. Sobrevoló en helicóptero el Golfo de México filmando los pozos petroleros. También estrenó el rol de traductor y locutor, adaptando los programas de entrenamiento del inglés al español.
Y entonces, en 1990, la NASA llamó a su puerta. Un colega en la agencia le comentó sobre un puesto en el centro de video del Centro Espacial Johnson. El trabajo se centraba en procesar y supervisar las imágenes que llegaban de los transbordadores espaciales, que preceden a la estación espacial.
Allí comenzó una carrera en la NASA que recorre ya 31 años, y que acompañó la gestación y nacimiento de la estación. Más adelante, Fontanot pasó a trabajar en el área de relaciones públicas apoyando los programas de fase 1 de la estación espacial. Y por dos años, Moscú fue su hogar.
En preparación para el primer vuelo tripulado a la estación, hacía enlaces televisivos, conducía entrevistas, producía y difundía eventos en vivo. De ese tiempo, Fontanot destaca las amistades y relaciones laborales que forjó con quienes se convertirían en los primeros huéspedes de la estación. “Los astronautas dependen de un gran equipo de colaboradores… Somos casi como hermanos porque todos nos apoyamos”, dice. Fontanot conoció muy de cerca, por ejemplo, a Bill Shepherd, quien fue comandante de la primera expedición a la estación en el año 2000. Volaron juntos al cosmódromo de Baikonur en preparación a su vuelo, para que tuviera oportunidad de familiarizarse con la cápsula.
Cuenta que los astronautas abrieron las puertas de su casa para él y sus colegas, literalmente. Las tripulaciones de la NASA tienen viviendas en el centro de entrenamiento en Rusia. “Tuvimos muchas tardes y muchas veladas platicando acerca del vuelo que ya venía y de las expectativas”, recuerda, “eran charlas muy bonitas donde se platicaba acerca de cosas del trabajo, pero también cosas personales, cosas de todos los días”.
Una vez que la primera tripulación de astronautas estuvo a bordo de la estación, Fontanot regresó a Texas para trabajar con el programa de la estación y manejar el caudal de imágenes que llegan a la Tierra desde el laboratorio en órbita. Su equipo trabaja 16 horas al día, siete días a la semana. El laboratorio de televisión solo está vacío durante ocho horas por día, cuando los astronautas a bordo de la estación duermen.
En promedio, llegan alrededor de 5.000 fotos diariamente y bajan seis canales de televisión de alta definición. Hoy hay un archivo interno de la NASA de unos 5 millones de fotos digitales tomadas en la estación, que cuenta con más de 20 cámaras en su interior y exterior. Hay cámaras para las caminatas espaciales, otras pequeñas que se usan para ver allí donde la tripulación no puede llegar. También hay cámaras cinematográficas de 8K, para eventos especiales. Las imágenes más sobresalientes se publican en el servicio de imágenes de la NASA.
Y Fontanot custodia todo el material. “Tú puedes localizar imágenes que se tomaron hace diez años, quince años. Todo está perfectamente bien catalogado en nuestros grandes archivos”, dice. Fontanot también se encarga de que las imágenes lleguen a quienes corresponde: a los científicos que tienen experimentos en la estación, a los controladores de vuelo y también al público general.
Como profesional de la NASA, siente una “gran responsabilidad” por difundir el programa de la estación: las bellas imágenes y la tecnología que hace posible captarlas, la ciencia que tiene lugar en el espacio y los beneficios que esta tiene en nuestro planeta.
Sabe que esas imágenes son fuente de inspiración. “Es mi deseo transmitir esa emoción”, explica y agrega que “es increíble ver una imagen de la ciudad donde tú naciste o del lugar del mundo donde tú creciste”. Atesora las “imágenes fantásticas” de nuestro planeta: “Ya sean los desiertos con la coloración rojiza de la arena, o los grandes océanos, los mares como el caribeño, con el agua cristalina, o los glaciares en los polos. Siempre las llevaré en mi mente y en mi corazón”.
Texto: Noelia González
Entrevista: Pedro Cota y Omarys Santiago Torres
Centro de Vuelo Espacial Goddard, Greenbelt, Maryland