Lo que necesitas saber sobre los eclipses solares
Un eclipse es un fenómeno celeste que causa admiración y cambia drásticamente el aspecto de los dos objetos más grandes que vemos en el nuestro cielo: el Sol y la Luna. En la Tierra, es posible observar un eclipse solar cuando la Tierra, la Luna y el Sol se alinean.
La seguridad es la primera prioridad cuando se observa un eclipse solar. Asegúrate de estar familiarizado con estas normas de seguridad y de seguirlas cuando observes un eclipse.
Los eclipses solares ocurren cuando el Sol, la Luna y la Tierra se alinean, ya sea total o parcialmente. Dependiendo de cómo se alineen, los eclipses ofrecen una vista única y emocionante del Sol o la Luna.
Un eclipse solar ocurre cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra, proyectando una sombra sobre la Tierra que bloquea total o parcialmente la luz del Sol en algunas zonas. Esto solo ocurre ocasionalmente, porque la Luna no orbita en el mismo plano exacto que el Sol y la Tierra. El momento en que se alinean se conoce como temporada de eclipses, lo cual sucede dos veces al año.
Excepto por los fugaces momentos de totalidad durante un eclipse solar total, los observadores siempre deben usar anteojos para eclipses o un método alternativo de observación segura para ver el Sol, tal como un proyector estenopeico. Esto incluye los momentos cuando se observa un eclipse parcial o anular, o antes o después de la totalidad de un eclipse solar total. Aprende más sobre cómo observar un eclipse solar de forma segura aquí.
Eclipse solar total
Un eclipse solar total ocurre cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra, bloqueando completamente la cara del Sol. Los habitantes de la zona que está ubicada en el centro de la sombra de la Luna cuando esta cae sobre la Tierra verán un eclipse total. El cielo se oscurecerá, como si fuera el amanecer o el anochecer. Si las condiciones meteorológicas lo permiten, los habitantes de la zona en el recorrido de un eclipse solar total pueden ver la corona del Sol, o su atmósfera exterior, que de otro modo suele estar oscurecida por la cara brillante del Sol. Un eclipse solar total es el único tipo de eclipse solar donde los espectadores pueden quitarse por un momento sus anteojos para eclipses (que no son iguales que las gafas de sol comunes) durante el breve período de tiempo en que la Luna bloquea completamente el Sol. El próximo eclipse solar total en Estados Unidos, México y Canadá será el 8 de abril de 2024.
Eclipse solar anular
Un eclipse solar anular ocurre cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra, pero en el momento en que esta se encuentra en su punto más alejado de la Tierra o cerca de este punto. Debido a que la Luna está más lejos de la Tierra, se ve más pequeña que el Sol y no lo cubre por completo. A consecuencia de esto, la Luna se ve como un disco oscuro encima de un disco más grande y brillante, creando lo que parece un anillo alrededor de la Luna.
Eclipse solar parcial
Un eclipse solar parcial ocurre cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra, pero el Sol, la Luna y la Tierra no están perfectamente alineados. Solo una parte del Sol se verá cubierta, lo que le dará una forma de media luna. Durante un eclipse solar total o anular, los habitantes fuera de la zona cubierta por la sombra interior de la Luna verán un eclipse solar parcial.
Eclipse solar híbrido
Debido a que la superficie de la Tierra es curva, a veces un eclipse puede cambiar de anular a total a medida que la sombra de la Luna se desplaza sobre el planeta. Esto se llama eclipse solar híbrido.
Los eclipses no solamente son hermosos, también son excelentes para la ciencia. Además de inspirar a artistas y músicos, los eclipses han motivado numerosos descubrimientos científicos. Durante más de un siglo, los eclipses solares ayudaron a los científicos a descifrar la estructura del Sol y sus fenómenos explosivos, a encontrar evidencia de la teoría de la relatividad general y a descubrir un nuevo elemento, entre otras cosas.
Hoy en día, los científicos de la NASA todavía estudian los eclipses para hacer nuevos descubrimientos acerca del Sol, la Tierra y nuestro entorno espacial. Los eclipses solares totales son particularmente importantes porque permiten a los científicos ver una parte de la atmósfera del Sol —conocida como la corona— que es demasiado tenue para ser vista, excepto cuando la luz brillante del Sol está bloqueada.
Los científicos utilizan instrumentos llamados coronógrafos para bloquear la luz del Sol de una manera similar a un eclipse total, pero incluso con estos instrumentos resulta difícil revelar la región de la corona más cercana al Sol, donde ocurren muchos procesos importantes.
Estudiar la parte más interna de la corona —visible solo durante los eclipses solares totales— es clave para responder a las preguntas fundamentales sobre cómo el calor y la energía se transfieren del Sol al viento solar, que es la corriente constante de partículas que el Sol arroja al sistema solar. El viento solar puede afectar a los humanos y la tecnología en la Tierra, por lo que comprender cómo este se acelera en el Sol puede ayudar a predecir sus impactos en nuestro planeta.
Los eclipses solares totales ofrecen la oportunidad de estudiar la atmósfera de la Tierra en condiciones poco usuales. En contraste con el cambio en la luz en todo el mundo que ocurre todos los días al atardecer y al amanecer, un eclipse solar cambia la iluminación de la Tierra y de su atmósfera en una región comparativamente pequeña de la sombra de la Luna. Este bloqueo localizado de la energía solar es útil para estudiar los efectos del Sol en nuestra atmósfera, especialmente en la atmósfera superior, donde la energía del Sol crea una capa de partículas cargadas llamada ionosfera.
Comprender esta región es importante porque ella alberga muchos satélites de la órbita terrestre baja, así como señales de comunicaciones —como ondas de radio y las señales que hacen que funcionen los sistemas de GPS—, y los cambios que ocurren allí pueden tener impactos significativos en nuestra tecnología y en nuestros sistemas de comunicaciones.
Durante el eclipse solar total de 2017, la NASA financió 11 estudios científicos para recopilar datos que solo están disponibles durante los eclipses. Dado que el eclipse tuvo un paso notablemente largo sobre los estados contiguos de Estados Unidos (esto excluye a Alaska y Hawái), brindó una oportunidad única para que los científicos observaran el eclipse desde tierra durante un período de más de una hora. Estas observaciones complementan la gran cantidad de datos que proporcionan los satélites de la NASA.
El eclipse de 2019 en América del Sur también fue observado por la misión Observación a escala global del limbo y el disco (GOLD, por sus siglas en español) de la NASA, la cual proporcionó las primeras mediciones de cómo los eclipses afectan la capa de la atmósfera de la Tierra llamada termosfera.
A veces los científicos también llevan a cabo estudios a largo plazo de los eclipses. En 2021, un equipo de científicos publicó los hallazgos obtenidos tras más de una década de observaciones de eclipses. El equipo descubrió que la corona mantiene una temperatura bastante constante, a pesar de experimentar cambios que ocurren en una rotación de 11 años conocida como el ciclo solar.
Los eclipses han estado ocurriendo en la Tierra desde mucho antes de que los humanos caminaran por el planeta. A lo largo del tiempo, los humanos hemos tenido diferentes reacciones e interpretaciones ante estos impresionantes fenómenos celestes.
El eclipse más antiguo registrado en la historia de la humanidad podría haber ocurrido el 30 de noviembre de 3340 a.e.c. Una serie de petroglifos circulares y en forma de espiral fueron hallados en el Monumento Megalítico de Loughcrew en el condado de Meath, Irlanda. Los petroglifos son grabados en roca hechos mediante tallas en la piedra. Inmediatamente frente un grabado que muestra círculos concéntricos superpuestos, los arqueólogos encontraron los restos carbonizados de casi 50 personas. Los especialistas continúan investigando y discutiendo el significado de estos petroglifos.
Alrededor del año 1200 a.e.c., los escribas de Anyang, China, registraron eclipses en omóplatos de bueyes y caparazones de tortugas, que llamaban huesos de oráculos. En estos registros de eclipses, los escribas dijeron: “El Sol ha sido devorado”. Más de 3.000 años después de la creación de estos registros, en las décadas de 1980 y 1990 e.c., un equipo de astrónomos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA estudió estos registros de eclipses para investigar los cambios en la rotación de la Tierra.
El determinar exactamente cuándo se vio el eclipse y en dónde caía la sombra de la Luna sobre la Tierra les permitió calcular la velocidad de rotación de la Tierra. Los eclipses que utilizaron para esta investigación habían ocurrido en 1226 a.e.c., 1198 a.e.c., 1172 a.e.c., 1163 a.e.c. y 1161 a.e.c.
Si la Tierra hubiera estado rotando a la misma velocidad que ahora, estos eclipses habrían ocurrido a miles de kilómetros de Anyang. Como sabemos que ocurrieron en Anyang, los científicos concluyeron que la rotación de la Tierra se había desacelerado en 47 milésimas de segundo por día en los últimos 3.200 años.
Los eclipses también aparecen en los textos religiosos. Los textos cristianos mencionan que la Luna se convirtió en sangre después de la crucifixión de Jesús, posiblemente refiriéndose a un eclipse lunar, durante el cual la Luna adquiere un tono rojizo. Usando esta fuente documental, los especialistas redujeron el margen de una posible fecha de crucifixión al viernes 3 de abril del año 33 e.c. porque ese día ocurrió un eclipse lunar. En el Corán, se menciona un eclipse solar antes del nacimiento de Mahoma, así como el día en que falleció su hijo, Ibrahim.
Los mayas mantuvieron meticulosos registros de los fenómenos astronómicos, documentados en jeroglíficos tallados en piedra, pintados en cerámica y murales, y escritos en libros hechos de corteza doblados en acordeón llamados códices. El registro astronómico maya contiene documentación de eclipses.
En su libro “Astronomy in the Maya Codices” (Astronomía en los códices mayas), Harvey y Victoria Bricker demostraron que los mayas predijeron el eclipse solar de julio de 1991. El conocimiento de la astronomía aplicada a la agricultura tradicional, la conservación de los calendarios mayas y las prácticas ceremoniales continúan mediante la tradición oral en muchas comunidades mayas de Mesoamérica hoy en día.
En el cañón del Chaco en Nuevo México, un petroglifo tallado en la pared de la roca por los primeros indígenas de la nación Pueblo podría ser la representación de un eclipse observado en ese lugar el 11 de julio de 1097. El petroglifo tiene un remolino de bucles que sale disparado hacia un lado, tal vez representando una eyección de masa coronal del Sol.
Actualmente, la NASA estudia las eyecciones de masa coronal utilizando naves espaciales que imitan la vista desde la Tierra durante los eclipses. Existen muchos petroglifos en el cañón del Chaco, los cuales proporcionan pistas importantes sobre cómo estudiaban el Sol los antepasados de los indígenas pueblo.
Los eclipses han contribuido a importantes avances en la historia de la ciencia. Albert Einstein propuso por primera vez su teoría de la relatividad general en 1916. Sin embargo, no fue sino hasta 1919 que los resultados de una expedición científica sobre los eclipses dirigida por Sir Arthur Eddington validaron esta teoría e hicieron que Einstein saltara a la fama. Einstein planteó la hipótesis de que la gravedad es una deformación del tiempo y el espacio, lo que distorsiona la estructura del universo.
Un objeto grande, como el Sol, puede distorsionar el espacio-tiempo lo suficiente como para que su gravedad pueda desviar la luz. De este modo, durante el eclipse del 29 de mayo de 1919, los científicos vieron que algunas estrellas aparecieron en el lugar equivocado, ofreciendo evidencia de la teoría de Einstein.
En agosto de 2017, un eclipse recorrió Estados Unidos, desde Oregón hasta Carolina del Sur. La trayectoria de la totalidad pasó por 14 estados. Este fue el primer eclipse solar total visible en los estados contiguos (excluye a Alaska y Hawái) de este país en 38 años, y cerca de dos tercios de la población de Estados Unidos estaba a un día en automóvil de la franja de la totalidad.
Un conjunto de 11 naves espaciales de la NASA y organismos asociados —la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), JAXA, (la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial) y la ESA (Agencia Espacial Europea)— proporcionaron observaciones del Sol, la Luna y la Tierra durante el eclipse.
Además, la NASA proporcionó un avión Gulfstream-III y dos aviones WB-57 para observaciones a gran altitud. La Estación Espacial Internacional proporcionó fotografías desde el espacio de la sombra del eclipse mientras se desplazaba a través de Estados Unidos.
Muchos científicos ciudadanos también participaron en el eclipse, mediante programas como el proyecto de globos aerostáticos para observación eclipses con el Consorcio de Subvenciones Espaciales de Montana, el programa de telescopios Ciudadano CATE y varias aplicaciones móviles.
Este fenómeno celeste que fue observado en todo el país contó con el respaldo de muchas agencias gubernamentales además de la NASA, como el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, el Servicio de Parques Nacionales, la NOAA y el Departamento de Transporte. Se estima que unos 215 millones de estadounidenses vieron ese eclipse: 61 millones lo vieron por pantallas electrónicas y 154 millones salieron a verlo con sus propios ojos.
Los habitantes de Estados Unidos tendrán nuevamente la oportunidad de vivir eclipses solares con el eclipse solar total en 2024, el cual ofrece oportunidades únicas para la ciencia, la educación y la exploración.
La doctora Isabel Hawkins, astrónoma del Exploratorium, y Alonso Méndez, arqueoastrónomo del Centro de Exploración Maya, proporcionaron información invaluable, comprobación de datos y ediciones a la información sobre los mayas y los eclipses de esta página. Les damos las gracias por sus contribuciones.
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