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Nota editorial: Este artículo es el segundo de una serie sobre cómo las tendencias de la contaminación atmosférica afectan las cargas de morbilidad (concentración de enfermedades) en las zonas urbanas. Lee la parte 1 en: Se dificulta la respiración en las ciudades: Dióxido de nitrógeno.
La contaminación atmosférica es el cuarto factor de riesgo de muerte a nivel mundial. Pero un tipo de contaminante es particularmente dañino: las partículas finas (PM2.5). Estas pequeñas partículas inhalables (de menos de 2,5 micrómetros de diámetro) son el resultado de las emisiones directas a la atmósfera, así como de las interacciones entre otros contaminantes. El PM2.5 es la principal causa de muerte entre los contaminantes del aire, contribuyendo a las enfermedades cardiovasculares y respiratorias y a millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo.
En un nuevo estudio que cubre asentamientos urbanos en todo el mundo, los investigadores encontraron que las concentraciones de PM2.5 y la mortalidad asociada disminuyeron en algunas zonas debido a una reducción en los contaminantes precursores (como óxidos de azufre y nitrógeno) después de la aprobación de las leyes de aire limpio. Sin embargo, la tasa de mortalidad promedio mundial atribuible al PM2.5 se mantuvo relativamente estable de 2000 a 2019.
“Ese es el promedio global”, dijo Susan C. Anenberg, profesora adjunta de salud global en la Universidad George Washington, “y eso realmente enmascara dinámicas muy diferentes que ocurren dependiendo del lugar del mundo donde nos encontremos”.
El estudio de Anenberg y sus colegas es uno de dos estudios financiados por la NASA, publicados en The Lancet Planetary Health en enero de 2022, que proporcionan estimaciones de la carga de enfermedad por contaminación del aire en más de 13.000 zonas urbanas en diferentes lugares del mundo. El primer estudio se centró en el dióxido de nitrógeno (NO2), que es un precursor del PM2.5. En ambos estudios, los equipos combinaron dos décadas de observaciones satelitales con datos de salud tomados del estudio “Carga mundial de morbilidad”, una investigación científica exhaustiva sobre salud, factores de riesgo, enfermedades y muertes en 204 países desde 1990.
Los mapas anteriores muestran los cambios en la concentración de PM2.5 y la mortalidad para las zonas urbanas en diferentes partes del mundo entre 2000 y 2019. El primer mapa muestra el cambio absoluto en las concentraciones ponderadas de PM2.5 por número de habitantes. El segundo mapa muestra el cambio porcentual en las tasas de mortalidad atribuibles al PM2.5 por cada 100.000 habitantes. Las ciudades del sudeste asiático experimentaron algunos de los mayores aumentos del promedio anual en ambos parámetros.
El mapa sintetiza las mediciones de profundidad óptica de los aerosoles adquiridas por el Espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS, por sus siglas en inglés), el Espectrorradiómetro de imágenes multiángulo (MISR, por sus siglas en inglés) y el Sensor de visión de campo amplio del mar (SeaWiFS, por sus siglas en inglés) de la NASA, que son instrumentos satelitales que operan desde finales de la década de 1990.
La gráfica anterior muestra los promedios urbanos globales y regionales de las tasas de mortalidad atribuibles al PM2.5 en diferentes regiones entre 2000 y 2019. La línea discontinua muestra la tasa promedio global relativamente estable.
“Existe un gran rango en la concentración promedio de PM2.5 y el riesgo asociado para la salud en las zonas urbanas de diferentes regiones del mundo”, dijo Anenberg. “El PM2.5 urbano y el impacto asociado para la salud están mejorando en Europa y en las Américas, y empeorando en el sur de Asia. En el Pacífico occidental, que es la región que incluyó a China, la contaminación del aire urbano y el impacto asociado para la salud aumentaron dramáticamente antes de disminuir más recientemente”.
En algunas ciudades, a pesar de que las concentraciones de PM2.5 disminuyeron, la mortalidad atribuible al PM2.5 aumentó. Esto se debió al envejecimiento de la población y a que las tasas de enfermedades cambiaron con el tiempo. “Debemos pensar no solo en las concentraciones”, dijo Anenberg, “sino en la vulnerabilidad de las personas que respiran ese aire”.
En 2019, se encontró que alrededor del 86 por ciento de los habitantes de las ciudades en todo el mundo (2.500 millones de personas) vivían en zonas donde las concentraciones de PM2.5 excedían las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los investigadores encontraron que esos niveles de contaminación por PM2.5 resultaron en un exceso de 1,8 millones de muertes ese año.
“Casi todas las personas en cualquier ciudad del mundo están expuestas a un aire que tiene niveles dañinos de contaminación”, dijo Anenberg, quien es miembro del equipo de Ciencias Aplicadas de Salud y Calidad del Aire de la NASA.
En las áreas con poco o ningún monitoreo de la contaminación terrestre, los datos de Anenberg y sus colegas pueden ser los primeros que obtienen los funcionarios locales con respecto a los impactos de la contaminación del aire en sus ciudades. El equipo planea continuar trabajando con las partes interesadas locales y los gobiernos para ayudarlos a interpretar los datos.
“Incluso las ciudades con monitores terrestres pueden beneficiarse de esta información porque los monitores pueden estar ubicados de forma muy dispersa y pueden no cubrir toda el área urbana”, dijo Anenberg. A continuación, el equipo planea aplicar su metodología y los datos satelitales para examinar las tendencias de otros contaminantes, incluido el ozono, a lo largo del tiempo.
Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Joshua Stevens, utilizando datos por cortesía de Southerland, V. A., et ál. (2022). Reportaje por Sara E. Pratt.