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Una delgada línea marrón al este del río Ucayali serpentea a través de una extensión de selva verde en el este de Perú. La carretera —originalmente llamada OX1 y ahora, UC-105— apareció por primera vez en las imágenes satelitales de Landsat en 1987. Las imágenes de Landsat indican que el bosque circundante permaneció casi intacto durante más de dos décadas, a pesar de la actividad de las compañías petroleras y madereras.
Pero a partir de 2017, han surgido grandes claros a ambos lados del camino, y las redes de senderos más pequeños conectados a él han penetrado más profundamente en la selva tropical. “El ritmo al que avanza el cambio en los últimos cinco años es impactante”, dijo David Salisbury, profesor de la Universidad de Richmond, quien ha estado haciendo trabajo de campo en esa región durante décadas. “También es un adelanto de lo que está por venir si este camino se pavimenta y se extiende hasta Puerto Breu. La mayor parte de la deforestación en la selva amazónica ocurre a menos de 5 kilómetros (3 millas) de las carreteras”.
El par de imágenes satelitales de arriba muestran la extensión del cambio entre los ríos Ucayali y Genepanshea. La primera imagen, obtenida por el Generador operacional de imágenes de tierra (OLI, por sus siglas en inglés) a bordo de Landsat 8, muestra el área en 2017, cuando solo eran visibles el sendero y una cantidad modesta de deforestación. Para 2022, las áreas deforestadas habían proliferado, en parte debido a la llegada de una nueva ola de especuladores de tierras, cultivos de coca, haciendas ganaderas e incluso pequeñas pistas de aterrizaje, explicó Salisbury.
La vía original, construida por primera vez por una empresa petrolera a finales de la década de 1980, conectaba el puerto de Nueva Italia en el río Ucayali con pozos perforados cerca de los ríos Sheshea y Tamaya. La empresa abandonó el camino después de unos años y la vegetación había comenzado a crecer sobre él. Pero a partir de 1999, una empresa maderera lo comenzó a reconstruir, ampliar y extender. Durante la siguiente década, una red de caminos forestales se extendió desde la vía principal a medida que los madereros cosechaban caoba y cedro de esta zona, transportando la madera al río Ucayali y llevándola a flote hasta la ciudad peruana de Pucallpa.
Esta “tala selectiva” solo afectó a un pequeño número de árboles y dejó intacta la mayor parte del dosel forestal. Sin embargo, la construcción de carreteras para la tala selectiva es a menudo el primer paso en un proceso que finalmente conduce a la tala indiscriminada, y esta área ha seguido ese patrón.
El camino volvió a deteriorarse a finales de la década de 2000, pero los esfuerzos renovados por la explotación maderera y otros intereses para rehabilitar este sendero comenzaron a intensificarse a principios de la década de 2010, con la intención de conectar la provincia peruana de Ucayali con el estado de Acre en el oeste de Brasil. A medida que la carretera se ha ido afianzando, la deforestación le ha seguido los pasos. Más de 60 kilómetros cuadrados (23 millas cuadradas) fueron talados dentro de un radio de 5 kilómetros del camino entre los años 2000 y 2021, según un análisis realizado por el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina. Salisbury espera que esa tendencia se acelere si las propuestas para pavimentar las partes clave del sendero llegan a buen término. La foto de arriba, tomada en 2021, muestra una sección del camino en el este de Perú, a unos 15 kilómetros al sureste de la frontera con Brasil.
Salisbury y Stephanie Spera, una colega de la Universidad de Richmond, viajaron recientemente a Ucayali para dirigir talleres en Pucallpa y Puerto Breu. Se reunieron con representantes locales de 13 grupos indígenas y se informaron cómo los cambios que han observado en las imágenes satelitales se comparan con lo que la gente está experimentando sobre el terreno.
“Nuestro objetivo principal era dar a nuestros homólogos indígenas, que son expertos locales en bosques y clima, la oportunidad de ver si su experiencia vivida y sus observaciones a largo plazo de los bosques, la humedad, la estacionalidad y las lluvias coincidían con las tendencias forestales y climáticas que nuestro equipo de la Universidad de Richmond estaba obteniendo en nuestro análisis de imágenes satelitales”, dijo Salisbury.
Con fondos del programa de Ciencias Aplicadas de la Tierra de la NASA y trabajando en colaboración con SERVIR Amazonia, Salisbury y sus colegas del Equipo de Análisis Espacial de las Fronteras Amazónicas de la Universidad de Richmond están desarrollando un conjunto de herramientas basadas en la teledetección, que se pueden utilizar para rastrear cómo los cambios a lo largo del camino están influyendo en diversas variables ambientales.
Mientras que algunos habitantes de la localidad apoyan la apertura de la carretera y la explotación forestal, así como otras actividades que podrían proporcionar importantes fuentes de ingresos, muchos grupos indígenas en Perú y Brasil han expresado su preocupación sobre la velocidad de los cambios y se oponen a los planes para expandir la carretera al oeste hacia Puerto Breu. “En Apiwtxa, vemos el camino Nueva Italia-Puerto Breu como una amenaza directa a nuestra forma de vida”, dijo Francisco Piyako, expresidente de la Organización de los Pueblos Indígenas del Río Juruá (OPIRJ). “La tala [y] los intereses del narcotráfico acabarán con nuestras comunidades”.
“Las carreteras son la clave”, dijo Salisbury. “Las carreteras son la infraestructura más dañina para la selva amazónica debido a la deforestación y degradación forestal que inevitablemente viene con ellas. Y, con demasiada frecuencia, lo único que se interpone entre las nuevas carreteras en las regiones boscosas remotas son sus habitantes, quienes a menudo están en peligro, marginados, y tienen la injusta carga de tratar de proteger los bosques”.
Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Lauren Dauphin, utilizando datos de Landsat del Servicio Geológico de Estados Unidos. Foto de William Villacorta/Conservación Alto Amazonas. Reportaje por Adam Voiland.
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