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Ana Guzmán: Un puente entre las aulas de la Tierra y los astronautas que la orbitan 

Tras más de 15 años en la NASA en diversos roles, la comunicadora persiste en su misión de enlazar la ciencia y la vida a bordo de la Estación Espacial Internacional con futuros exploradores  

Cuando Ana Guzmán comenzó a trabajar en la NASA, la Estación Espacial Internacional no se había terminado de construir. Los astronautas continuaban la ardua labor de ensamblar la estación en el espacio, instalando un nuevo módulo en cada misión del emblemático transbordador espacial.  

Durante el tercer año de Guzmán en la agencia, en 2011, la construcción principal de esta gran obra de ingeniería humana estuvo lista. Y ella estuvo ahí para celebrar el hito con orgullo. A partir de entonces, sus días laborales transcurrieron entre innumerables imágenes que llegaban desde la estación, a unos 400 kilómetros de altura de la Tierra. Eran vistas imponentes de nuestro planeta —volcanes en erupción, huracanes nacientes, ciudades brillando en la oscuridad—, en las que Guzmán reconocía paisajes familiares, como la isla en donde se criaron sus padres, Cuba. Pero también llegaban imágenes del interior de la estación, el hogar extraterrestre de la humanidad.  

Como parte del departamento de televisión del Centro Espacial Johnson en Houston, Texas, Guzmán tenía la tarea de mirar, catalogar y archivar los videos de la tripulación a bordo. “Sientes que conoces a los astronautas personalmente. Es una sensación rara porque uno los ve trabajando, comiendo; viviendo su vida en el espacio”, dice Guzmán. “Es una experiencia única que mucha gente en la NASA no tiene”.  

Cuando los astronautas ya estaban de vuelta en tierra firme, en el área de Houston, no era inusual que Guzmán se encontrara con alguno de ellos en el supermercado, en el banco, en un restorán. “Entonces tú los saludas como si los conocieras”, dice Guzmán, quien intuye que ellos comprenden la situación. “Saben que hay cientos de personas detrás de la consola”.  

Desde aquel primer trabajo apoyando al Control de Misión de la estación espacial, Guzmán ha desempeñado diferentes puestos dentro del área de comunicación y educación de la agencia, todos conectados de alguna manera con la estación.  

Este año, 2025, la NASA está celebrando los 25 años de presencia humana continua a bordo de la estación espacial. “Hay jóvenes que nunca han conocido un mundo sin presencia humana en el espacio”, dice Guzmán, quien, durante más de una década, se ha dedicado a tender un puente entre los habitantes de la órbita terrestre baja y la gente en la Tierra. 

Una "selfie" de la comunicadora Ana Guzmán (derecha) y el astronauta de la NASA Frank Rubio (izquierda).
Esta “selfie” marca el día en que Ana Guzmán conoció en persona al astronauta de la NASA Frank Rubio, quien estuvo a bordo de la Estación Espacial Internacional durante más de un año entre 2022 y 2023, batiendo el récord de estancia continua en el espacio para un astronauta estadounidense. Guzmán tomó esta foto cuando su equipo grababa la primera ronda de videos de la campaña Artemis, durante el verano boreal de 2019.
Cortesía de Ana Guzmán

Encender la inspiración 

Guzmán se guía mediante una brújula muy clara: la misión de la NASA de inspirar a las próximas generaciones para que, más adelante, formen parte de la exploración de nuestro planeta natal y el resto del cosmos. O, en otras palabras, para que los jóvenes de ahora no crean lo que ella pensaba de chica: que en un lugar como la NASA no existía un lugar para ella. “No me sentía un genio”, cuenta. Como suele suceder, imaginaba que los únicos caminos para llegar a la agencia eran ser astronauta o dedicarse a la ciencia o ingeniería. Y ella nunca soñó con ser astronauta. “Me mareo muy fácilmente”, dice, y da una vuelta sobre sí misma en su silla giratoria para demostrarlo.  

Hoy, trabaja para que los más pequeños sepan que hay un sitio para ellos en la NASA. Para que conozcan qué oportunidades existen, y el abanico de posibilidades que se despliega cuando la curiosidad y la inspiración se activan.  

En la agencia, Guzmán ha trabajado en contenidos digitales para contar al público acerca de los experimentos científicos a bordo de la estación, y cómo estos benefician a la humanidad en la Tierra. Ha sido parte de decenas de eventos de divulgación pública, interactuando cara a cara con estudiantes y sus familias. Más recientemente, coordina el programa educativo de radioaficionados que conecta a los astronautas de la estación espacial con aulas alrededor del mundo.  

Guzmán ha observado con atención las caras de asombro y curiosidad de escolares y sus familias cuando conversan con ella durante algún evento de divulgación. Sobre todo, cuando pone en marcha su bilingüismo y empieza a hablar en español.  

Conectar con ellos “es una de las diferentes maneras de dar a la juventud la esperanza de un futuro bello, con optimismo”, dice. “Los muchachos necesitan eso: poder mirar más adelante en el futuro que lo que hay aquí mismo, en frente de ellos”. Y está convencida de que el papel de la familia es clave para lograrlo. “Los padres tienen que aprender que las oportunidades están ahí, que tienen que motivarlos”.  

Retrato familiar tomado en 1976 de Ana Guzmán (medio) con su madre, Eva Guzmán (izquierda), y su padre, Rigoberto Guzmán (derecha).
Cortesía Ana Guzmán

Encontrar la vocación 

Ella misma creció con esa motivación, y ha dicho que su camino hacia la NASA comenzó incluso antes de que naciera; aunque ella no lo supiera hasta varios años después.  

Comenzó con la curiosidad de su padre, de quien heredó la fascinación por la tecnología. Él trabajaba en el sector de la construcción y se interesaba por todo artefacto y sistema que estuviera a su alcance —desde autos y aviones hasta cohetes—. Desde niño ha sido un ávido pescador, la actividad central del pueblo cubano de Santa Cruz del Norte. Pescaba de día y de noche, cuenta Guzmán. Lejos de las brillantes luces de la ciudad, las estrellas parecían más cercanas.  

La madre de Guzmán compartía los mismos intereses. Además, le encantaban las ciencias y las matemáticas, y mostraba una profunda admiración por los avances de la exploración espacial que marcaron la década de 1960. Esa admiración se expandió enormemente cuando la humanidad llegó a la Luna por primera vez con la misión Apolo 11 de la NASA, apenas un año después de que los padres de Guzmán emigraran a Miami, Estados Unidos.  

Desde Florida, y ya con Ana en la familia, los tres se enamoraron del programa del Transbordador Espacial, que despegaba desde la costa espacial abriendo paso a la era de la vida en microgravedad.  

Vista de Cuba capturada desde la cúpula de la Estación Espacial Internacional por un astronauta de la Expedición 62.
Vista de Cuba capturada desde la cúpula de la Estación Espacial Internacional por un astronauta de la Expedición 62.
NASA

Guzmán heredó la inclinación por los intereses múltiples y las ansias de aprender. Se imaginó arquitecta, pero su afinidad por los números la convenció de estudiar administración de empresas. Al mismo tiempo, cursó clases de contabilidad. Cuando necesitó un respiro de la academia, viajó a Europa. Se certificó como agente inmobiliaria. Se percató de algo importante, cuenta: que había gente que no estudiaba algo solo porque tenía facilidad, sino porque le apasionaba.  

¿Qué le entusiasmaba a ella realmente? Pensó en las clases de producción de video que había tenido durante la secundaria. Regresó a Miami; se anotó para cursar una licenciatura en Comunicación en la Universidad Internacional de Florida.  

Después de trabajar en un noticiero local como coordinadora, tuvo la oportunidad de mudarse a Houston, hogar del centro Johnson. Allí, despegó rumbo al siguiente capítulo de su carrera.  

Durante su tiempo en la NASA, Guzmán logró dar acceso a sus padres al universo que tanto les entusiasma. Han podido sentir la misma vibración en el pecho al presenciar lanzamientos juntos, recorrer las instalaciones de la agencia y ver muestras lunares traídas por astronautas de Apolo; observar una caminata espacial en tiempo real desde el centro de control, y visitar el puesto histórico de los directores de vuelo.  

Activar la motivación 

En su rol actual, Guzmán entrena a los astronautas de la estación para que se certifiquen como operadores de radio amateur, y así poder participar del programa de radioaficionados en la Estación Espacial Internacional (ARISS, por sus siglas en inglés). Ella es la coordinadora de este programa educativo que permite a estudiantes de todo el mundo conectarse directamente con las tripulaciones y hacerles preguntas sobre su experiencia a bordo.  

Para Guzmán, estas instancias son un motor de inspiración por excelencia. No solo porque incentivan a los jóvenes a interesarse por el área de la ciencia y la tecnología, sino porque hablan de lo que significa ser parte de un mundo que se esfuerza por explorar el universo que habita. “Ver tantos astronautas de diferentes países trabajar juntos es una representación de lo que la humanidad puede lograr”, dice. “Lo que puedes lograr”. 

Por Noelia González 
Centro de Vuelo Espacial Goddard en Greenbelt, Maryland  

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Última actualización
Nov 26, 2025