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La extensión del hielo marino ártico a finales de este verano quedó empatada con la de los años 2007 y 2016 como la segunda menor extensión mínima anual en el registro moderno de mediciones satelitales, que empezó a fines de la década de 1970. Un análisis de datos de satélite realizado por la NASA y el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo (NSIDC) en la Universidad de Colorado Boulder muestra que la extensión mínima de 2019, que probablemente se dio el 18 de septiembre, medía 1,60 millones de millas cuadradas (4,15 millones de kilómetros cuadrados).
La capa de hielo marino del Ártico, o banquisa ártica, es una amplia extensión de agua de mar congelada que flota sobre el Océano Ártico y los mares vecinos. Cada año, se expande y crece en grosor durante el otoño y el invierno y se encoge y vuelve más delgada durante la primavera y el verano. Pero en las últimas décadas, el aumento de las temperaturas ha causado una marcada disminución en la extensión del hielo marino del Ártico en todas las estaciones, con reducciones particularmente rápidas en la extensión mínima de hielo anual que se da al final del verano.
Los cambios en la capa de hielo marino del Ártico tienen grandes impactos. El hielo marino afecta los ecosistemas locales, los patrones climáticos regionales y globales, y la circulación de los océanos.
"La extensión mínima de hielo marino de este año demuestra que no hay señales de que la banquisa se esté recuperando", dijo Claire Parkinson, científica sénior de cambio climático en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. “La tendencia a largo plazo para la extensión del hielo marino del Ártico ha sido definitivamente a la baja. Pero en los últimos años, la extensión es lo suficientemente reducida como para que las condiciones climáticas puedan o causar que la extensión de un año en particular sea un nuevo récord más bajo o que mantenga dentro del grupo de los más bajos".
La temporada de deshielo comenzó con una banquisa de extensión muy baja, seguida de una pérdida de hielo muy rápida en julio que se frenó considerablemente tras mediados de agosto. Los instrumentos pasivos de microondas a bordo de los satélites meteorológicos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos monitorearon los cambios desde el espacio.
"Esta fue una temporada de deshielo interesante", dijo Walt Meier, investigador de hielo marino en NSIDC. "A principios de agosto estábamos en niveles de hielo que eran un récord bajo para esa época del año, por lo que había la posibilidad de que se diera un nuevo récord del mínimo más bajo".
Pero a diferencia de 2012 (el año con la menor extensión de hielo registrada), que experimentó un poderoso ciclón en el mes de agosto que machacó la capa de hielo y aceleró su declive, la temporada de derretimiento de 2019 no registró ningún suceso climático extremo. Aunque éste fue un verano cálido en el Ártico, con temperaturas promedio de 7 a 9 grados Fahrenheit (4 a 5 grados Celsius) por encima de lo normal para la zona central del Ártico, ni la severa temporada de incendios forestales del Ártico ni la ola de calor europea al final acabaron teniendo mucho impacto en el derretimiento del hielo marino.
"Para cuando los incendios de Siberia se aceleraron a fines de julio, el Sol ya se estaba poniendo bajo en el Ártico, por lo que el efecto del hollín de los incendios que oscurecían la superficie del hielo marino no fue tan grande", dijo Meier. "En cuanto a la ola de calor europea, ésta definitivamente afectó la pérdida de hielo terrestre en Groenlandia y también causó un aumento en el derretimiento a lo largo de la costa este de Groenlandia, pero esa es un área donde el hielo marino viaja al sur a lo largo de la costa y ya se derrite bastante rápido de por sí".
Escritora: María José Viñas, Equipo de noticias de ciencias de la Tierra de la NASA
Versión en inglés.